«Ciertamente,
todas las de más ciencias
son más necesarias que la filosofía,
pero ninguna es mejor que ella»
—Aristóteles, Metafísica I, 983 a10
La filosofía surge del deseo del hombre por conocer la verdad. Diríamos que éste es su principal objetivo. Para ello va ha hacer uso de cualquier recurso que tenga a su disposición; la razón, la imaginación, la voluntad, la fe y finalmente la intuición (Véase Los Métodos de la filosofía). Descubre que el mejor se encuentra en él; se da cuenta de sus capacidades con todas sus limitantes para conocer la verdad y con ello ya empieza a obtener verdades; es decir, incluso sabiendo que no puede conocer ninguna verdad obtiene con ello una verdad; a saber, que no puede obtener verdades salvo esta misma. «Sólo sé que no sé nada» Dice Sócrates en La Apología de Sócrates
¿Por qué desea el hombre conocer la verdad?
Por un lado es inevitable filosofar en cuanto la episteme (Pensamiento dirigido al conocimiento de la verdad) sea una cualidad inherente al ser humano. El ser humano como ser racional no puede evadir su racionalidad a menos que renuncie a su calidad de persona.Otra respuesta bastante plausible es la que dice que la principal herramienta que posee el ser humano para resolver sus problemas es el pensamiento. Si algo falla en el mundo del hombre el hombre se pregunta por la esencia, el objeto o el origen de ese algo. Si nos falla el amor nos preguntamos qué es el amor. Si no sabemos si algo vale la pena nos preguntamos por el objeta o la finalidad de ello. Si queremos no volver a cometer errores nos preguntamos por el origen de las cosas. Y en cuanto mejor sepamos pensar estaremos en mejores condiciones para resolver nuestros problemas.
Cuando sentimos que algo en nuestro mundo no nos es seguro filosofamos. Y el filosofar retaura, almenos temporalmente, esa seguridad. Es la postura que sostienen filósofos como José Ortega y Gaset, para quien el filosofar es inevitable toda vez que haya necesidad de darnos una explicación unitaria del universo que nos haga sentir seguros. «La verdad es para quien la necesita»; nos dice Ortega y el hombre la necesita independientemente si la encuentra o no.
Ahora bien, ese deseo no viene de la nada; es necesario que se de alguna de las siguientes condiciones para que el ser humano desee filosofar. Estas son:
Abandono del egocentrismo
La mejor manera en que el deseo de conocer la verdad surja es abandonando el egocentrismo. Cuando alguien no puede mirar más allá de sus intereses personales se vuelve incapaz de buscar verdades universales; propias del conocimiento filosófico.El egocentrismo es propio del estado infantil del hombre; es normal en el niño, pero ridículo en el adulto. Cuando una persona no ve más allá de sus propios intereses la realidad le parece un instrumento para satisfacer sus deseos; cosas, personas y todo lo que se encuentre a su alrededor serán definidas de tal forma que le sean provechosas a él.
En cambio, alguien bien dispuesto a buscar la verdad más allá de la resolución de sus necesidades inmediatas podrá estar bien dispuesto a entrar en al basto y maravilloso mundo de la filosofía.
Confrontación de situaciones difíciles
Todos nos hemos encontrado en situaciones difíciles. La ruptura de una relación, la muerte de un ser querido, el sentimiento de fracaso, la perdida de la esperanza, la soledad, el miedo, la incertudumbre... Las situaciones difíciles son parte de la condición humana. El resolverlos mediante la inteligencia y la acción pertenecen a nuestra especie. La filosofía abona en gran medida a resolver esos problemas que nadie más que nuestro pensamiento es capaz de resolver. Cuando las soluciones a las situaciones difícieles no nos las puede dar el dinero, ni la sociedad, ni la ciencia, ni la religión, entonces sólo nos queda la filosofía.
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Son estas condiciones las que precisamente hacen madurar al individuo. Algunos antes, otros después y a algunos nunca.
Así ocurre la reflexión filosófica; buscando la verdad. Pero no cualquier verdad, si no aquella en la que no quepa duda y por ello la verdad genuina. Es por ello que se vuelve un ejercicio, además de apasionante, peligroso, porque tiene el poder de poner en duda no sólo lo que un sujeto piensa sino lo que una sociedad piensa. Así, gran parte de la transformación social se debe a la reflexión filosófica.
Hay algo que conocemos como tradición filosófica, y es todo aquello que comprende los sistemas ideológicos que sustentan a las sociedades y sus instituciones. Estas son generadas por reconocidos filósofos que con sus reflexiones han influido en la transformación social.
No es necesario conocer la tradición filosófica para adoptar una actitud filosófica pero hacerlo conviene para encontrar respuestas que de otro modo nos llevaría más recursos cognitivos, materiales y temporales. Además parte de la idea de cultura; la filosofía sólo puede ser colectiva; es decir que el conocimiento no depende sólo de una persona sino de una comunidad.
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Bibliografía
• ¿Qué es filosofía? de José Ortega y Gasset
• Lecciones preliminares de Filosofía, Lección II de manuel García Morente
• ¿Qué significa todo esto? de Tomás Nagel
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